viernes, 31 de julio de 2009

México y la ilusión de la Copa Oro

México luce hermoso cuando la selección golea y convence: su gente charla con alegría, las plazas se ven concurridas y hasta las cervezas se sienten un grado más heladas. Aquí no hay tenistas que jueguen en Wimbledon, se mira siempre la parte baja del medallero olímpico, el acceso a los hospitales es un lujo y nadie pone atención a los Nobel porque jamás se ganan. Es por eso que derrotar de nuevo a Estados Unidos, en el único deporte donde acostumbrabamos hacerlo, se vuelve una hazaña digna de celebrar y de presumir. Ya no importa si Estados Unidos nos privó de ir a jugar la Copa Confederaciones, torneo en el que, mientras nosotros disputábamos amistosos "moleros", ellos se fortalecían haciéndole un exelente juego a Italia y Brasil, así como derrotando a la mejor selección del mundo: España; tampoco si a la selección que se venció en la final de la Copa Oro estaba formada por jugadores locales y alejados por mucho del nivel de sus titulares, mucho menos si la muy nombrada "victoria en tierra Estadounidense" se consiguió en un estadio colmado por aficionados de verde.
No, señores, aquí en México nada nos quita el sabor a gloria que nos queda tras derrotar a una selección suplente de Estados Unidos por cinco goles de ventaja, cinco coles que sólo nos alegran a nosotros y que, sin embargo, no espantaron a nadie.