domingo, 26 de septiembre de 2010

Directivos necios que acusáis al jugador sin razón.

La noticia dio vuelta al mundo: jugadores de la selección mexicana habían sido multados por realizar una fiesta con mujeres y alcohol después de su partido molero contra Colombia. Desde luego, las carcajadas no se hicieron esperar, y los primeros en reir fueron los mismos futbolistas sancionados. No era para menos.
Resulta risible —mas no sorprendente— que el fútbol mexicano siga siendo uno de apariencias, que actúa a punta de periodicazos y salga a flote sólo por golpes de suerte. Recordemos que el último gran triunfo del fútbol mexicano se llamó campeonato mundial sub17, y desde entonces los fracazos han sido el común denominador. 
El problema es simple: nuestras queridas televisoras —dueñas absolutas del fútbol profesional— nos han querido vender el espejo de que pertenecemos a las grandes élites del fútbol, cosa más falsa que un billete de 30 pesos con la imágen de Felipe Calderón. Somos un fútbol en eterno desarrollo, que aparenta no querer progresar y con falencias tan claras que asombra el hecho de que no se hayan corregido en décadas. 
Los señores directivos de la Federación Mexicana de Fútbol, generadora de un superávit de 400 millones de dóllares, han sido incapaces de generar fuerzas básicas de calidad, programar partidos que ayuden al desarrollo de la selección mexicana y de disminuir el número de extranjeros en la liga local. Se limitan a explotar a la gallina de huevos de oro —que, asombrosamente, no se agota conforme pasa el tiempo— e involuntariamente le indican al futbolista que, dentro de una institución cuyo estandarte son los circos, también  ellos poseen libertad para tender su carpa.
No es culpa de los seleccionados el sufrimiento tradicional para calificar al campeonato del mundo cada cuatro años, ni  que el mayor goleador mexicano en europa durante el año pasado haya sido un nacionalizado —quien anotó la asombrosa cantidad de... cinco goles—, sin embargo, los directivos se encargan de aparentar que, sancionando a los fútbolistas por un festejo tan común como lo es una fiesta después de romper concentración, ayudarán a mejorar la imágen que se tiene de nuestra liga en el extranjero; sin darse cuenta de que la falta de disciplina es un algo proveniente desde los puestos de pantalón largo y, por ende, lo único que  hacen con la imágen del nuestro mal tratado deporte al aplicar sanciones tan incoherentes como deslumbrantes, es pintarle una sonrisa cada vez más larga a ese enorme y deprimente payaso llamado Fútbol Mexicano.

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